La comida es una necesidad básica y nuestra actitud ante ella sigue siendo primaria y salvaje. Y es que, en el fondo, ante la comida chatarra seguimos siendo seres irracionales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la obesidad como enfermedad en 1948, aunque pasaron décadas hasta que se la consideró verdaderamente relevante en términos de salud pública por parte de organismos y profesionales sanitarios internacionales.
En 1995, la OMS empezó a observar mayores problemas de sobrepeso que de bajo peso en muchos países en desarrollo, y aún tuvieron que pasar dos décadas más hasta que la Asociación Médica Americana (AMA) se sumó a esa declaración de la obesidad como enfermedad en 2013 a raíz de una revisión de la literatura médica que reveló sus efectos perjudiciales para la salud.
Hoy la OMS alerta de que se trata de “un importante problema de salud pública por su relación con enfermedades crónicas como la diabetes, la HTA y las enfermedades cardiovasculares”.
Lo que está claro es que su prevalencia crece a un ritmo preocupante. Así, las últimas cifras de la OMS, correspondientes a 2016, revelan que más de 1.900 millones de adultos en todo el mundo tenían sobrepeso, de los que 650 millones eran obesos, más del triple que en 1975.
Lo más prometedor
“Aún estamos lejos del manejo óptimo de la obesidad, dado que es una patología muy compleja y con múltiples determinantes. Solo con los medicamentos, que en este momento no están financiados por el Sistema Nacional de Salud, no lo conseguiremos.
Necesitamos actuar en diferentes puntos y a todos los niveles, es decir, desde la prevención por parte de los gobiernos e instituciones sanitarias hasta la creación de estudio funcional de obesidad en los centros hospitalarios, la formación de los médicos de cabecera, enfermeras y dietistas, la educación sanitaria en los colegios, universidades, etc. Hay mucho más que hacer y quizás sea una tarea más difícil que el desarrollo farmacológico porque requiere, sobre todo, voluntad de cambios, ya que es un problema que traerá muchas complicaciones a nivel mundial
No es obesidad; son obesidades que precisan medicina personalizada y de precisión
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Con todo, “aún estamos lejos de considerar la obesidad como una enfermedad a todos los niveles del sistema sanitario, pero es indudable que cada vez hay mayor conciencia de su importancia y del impacto que puede tener en el desarrollo de otras patologías metabólicas, cardiovasculares, oncológicas u osteoarticulares, por citar sólo algunos ejemplos. La combinación de terapias cada vez más efectivas, junto a esa mayor conciencia de enfermedad alrededor de la obesidad, desencadena esfuerzos más visibles por parte de los diferentes actores implicados en el manejo de esta enfermedad”,
Mayor conciencia de enfermedades secundarias a la Obesidad
En los últimos años se viene observando “una mayor conciencia de la obesidad como enfermedad crónica, que no siempre puede manejarse con dieta y ejercicio, y que puede condicionar la aparición de otras enfermedades, lo que ha llevado a un incremento en la investigación básica en ese sentido. Además, el beneficio en la pérdida de peso que han mostrado algunos fármacos para la diabetes tipo 2 ha hecho que se desarrollen programas de investigación clínica para buscar tratamientos eficaces en el manejo crónico del peso. En este sentido
Postura de tratamientos.
Por su parte, que el tratamiento de la obesidad es “cada vez más efectivo, en todas sus vertientes; farmacológica, quirúrgica y en otros ámbitos relacionados, como la prevención, el apoyo psicológico y el nutricional”. Pero el mayor reto, concluye, “es que el número de pacientes que los reciben aún es muy pequeño en comparación con el número de personas que conviven con la enfermedad. Aumentar la formación a todos los niveles del sistema sanitario, para poder ofrecer el mejor tratamiento a las personas que lo necesitan, debería ser uno de nuestros principales objetivos a corto y medio plazo”.
Fuente Diario Médico
Profesionales sanitarios.
Edición Dr. Pedro Barreda 04/2023