Los antibióticos controlan la enfermedad sólo en caso de que se trate de una bacteria que produce problemas, y no de un virus. Esto determinó la Comisión de Enfermedades Infecciosas de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP).
Los antibióticos controlan la enfermedad sólo en caso de que se trate de una bacteria que produce problemas, y no de un virus. Esto determinó la Comisión de Enfermedades Infecciosas de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP).
No obstante, otros estudios alrededor del mundo coinciden en que muchos niños y adultos reciben la indicación específica de utilizar antibióticos ante los cuadros de tos y resfrío que causan los virus, cuando en realidad esto aumentaría el riesgo de que los gérmenes se volviesen resistentes a los antibióticos, perjudicando -o simplemente, sin dar ayuda alguna- a los pacientes.
La comisión aclara que los síntomas de las infecciones respiratorias bacterianas y virales se pueden superar naturalmente, de manera tal que los pediatras deben aplicar criterios estrictos para decidir cuándo es necesario recetar un antibiótico.
Así, los bebés con dolor e infección graves en ambos oídos son los que más se beneficiarían con esos fármacos, según explica la AAP.
De todas formas, en la mayoría de los casos los síntomas desaparecen solos, de modo que una opción para tratar a los niños más grandes -sin dolor grave- es simplemente mantenerlos en observación.
Por otra parte, los antibióticos para la rinorrea y la tos deberían utilizarse si los síntomas son graves, se prolongan o empeoran.
En el caso de que los niños sufran dolor de garganta, los pediatras deben realizar el test para confirmar una faringitis por estreptococo sólo a quienes tengan ciertos síntomas (inflamación de los nódulos linfáticos o las amígdalas y fiebre).
La comisión también señala que la amoxicilina o la penicilina son las mejores opciones para tratar la faringitis por estreptococo. Los antibióticos más nuevos no servirían, pues generan resistencia a los fármacos.
Fuente: www.saludactual.cl