Trasplante y donación: “Hay un equilibrio entre la bondad de dar y recibir un órgano”

Trasplante y donación: “Hay un equilibrio entre la bondad de dar y recibir un órgano”
Hace dos años, Marcelo Eitel recibió un trasplante cardíaco que cambió su vida. Todo el proceso lo traspasó a un libro recién publicado, con el que busca sensibilizar sobre el tema.  

C. González  Diario el Mercurio Excelente entrevista

Apenas pudo afirmar su pulso y sentarse en la cama del hospital, aún entubado, Marcelo Eitel le pidió a su esposa que le llevara el computador para comenzar a escribir todo lo que le había pasado desde aquel día de 2004 cuando, con 38 años, sufrió un primer infarto cardíaco. Un proceso de deterioro inexorable que lo llevó a estar desahuciado y a requerir un trasplante de corazón hace dos años.

“Nuestra biografía se transforma en nuestra biología; lo que hacemos o dejamos de hacer desencadena finalmente en lo que nos transformamos”, resume a modo de moraleja hoy, ya estable y consciente de esta nueva oportunidad que se le presentó de seguir viviendo.

 

“Si te cuidas, un corazón trasplantando dura en promedio doce años. Tengo que saber usar bien todo ese tiempo”, dice con optimismo Marcelo, ingeniero civil de profesión.

En esa tarea, además de cambiar sus prioridades tanto a nivel personal como profesional, también incorporó un interés por sensibilizar sobre el tema de la donación de órganos. En forma paralela a su labor académica y sus negocios, se dedica a dictar charlas y conferencias en colegios, universidades y empresas. Y acaba de publicar un libro sobre la base de todo lo que escribió mientras estuvo convaleciente.

 

“Los ángeles sí existen” fue lanzado el 22 de noviembre pasado, Día Nacional del Trasplante. Allí relata la larga y angustiosa espera por un órgano, el proceso de rehabilitación posterior y, también, a partir de su experiencia, invita a hacer un análisis sobre cómo estamos viviendo.

“Desde joven mis convicciones tenían que ver con el tener y ser exitoso. Estudié y trabajé mucho, me puse metas increíbles que fui cumpliendo, pero con un desgaste tremendo”.

 

El estrés le pasó la cuenta y en 2004 sufrió dos infartos. “Nunca fumé, nunca tomé y tenía una vida bastante ordenada. Sin embargo, mi corazón quedó pésimo”.

En los seis años siguientes, bajó las revoluciones y logró mantenerse en relativa estabilidad gracias a los fármacos. Pero no fue suficiente y a fines de 2010 una arritmia lo mandó directo al hospital. Su corazón se terminó de debilitar.

La única opción de seguir viviendo era un trasplante. Una espera de varios meses que terminó en mayo de 2011.

“Desde el principio siempre estuvo el miedo, pero más que a morir, era a dejar a mi familia. Mi hija tenía entonces siete años”.

Hoy solo sabe que lleva consigo el corazón que perteneció a una mujer de 40 años. A ella le dedicó el libro. “Hay un equilibrio exquisito entre la bondad de dar y recibir. Hay un acto caritativo de la familia que dona, pero también hay un acto bondadoso de mi propio cuerpo en aceptar ese órgano. A pesar de los remedios, si mi cuerpo no lo quisiera, lo rechazaría”.

Entonces comenzó otro proceso, desconocido para la mayoría: una rutina diaria y de por vida de fármacos inmunosupresores para mantener al órgano funcionando y en su lugar. “El trasplante es como una nueva enfermedad, requiere mucho cuidado y disciplina; tienes que cuidarte y no fallar ni un solo día”.

El deporte y el baile no faltan para mantener bien a su nuevo corazón, que le ha dado sorpresas. “Siempre he sido muy racional, pero reconozco que he vivido cambios; estoy más sensible a ciertas cosas y me enternezco más que antes”. Apoyado en las teorías que dicen que las células tienen memoria, no le parece tan extraño. “A este corazón le pasaron cosas, tuvo sueños y dejó otros por cumplir. No es solo un músculo que bombea sangre”.

 

 La importancia de donar

La donación de órganos en Chile ha vivido un retroceso: si en 2012 hubo 152 donantes, este año apenas ha habido 94. “Antes de infartarme, era como bien insensible frente a este tema. Pero cuando me enfermé comencé a reflexionar sobre el asunto, pero fue más desde la angustia de estar pasando por una situación dramática”, reconoce Marcelo Eitel. Asegura que hay muchos mitos y desinformación sobre todo lo que significa la donación y el trasplante de órganos. “Afortunadamente, en las charlas que doy a estudiantes me he dado cuenta de que ellos están mucho más conectados con la idea de dar vida”.

A su juicio, la actual ley de donante universal -que establece que todos somos donantes a menos que digamos lo contrario- tendrá sus efectos a largo plazo. “Por ahora ha servido para saber quiénes son los que no quieren donar”.