Aumentar la actividad de la grasa parda podría ayudar a combatir la epidemia de obesidad
Investigadores del Joslin Diabetes Center y del Hospital de Niños de Boston han demostrado que el tejido adiposo pardo (también conocido como grasa “buena”), existe en cantidades variables en los niños, siendo más activa y abundante en los más delgados.
El estudio utilizó imágenes de PET con 18F-FDG para documentar la cantidad de grasa parda en niños, la cual, a diferencia de la grasa “blanca” o tejido adiposo común, libera energía en lugar de almacenarla. Los resultados fueron publicados en The Journal of Pediatrics.
“El aumento de la cantidad de grasa marrón puede ser un método eficaz en la lucha contra la creciente tasa de obesidad y diabetes en los niños”, afirma Aaron Cypess, investigador asistente y médico de planta del Centro Joslin, co-autor del artículo. Anteriormente, se pensaba que la grasa parda estaba presente sólo en los niños y jóvenes, pero en 2009 el equipo de Cypess demostró que existe este tipo de tejido adiposo de forma activa entre el 3 y el 7,5 % de los adultos, con mayor frecuencia en las mujeres.
En esta nueva investigación, los autores revisaron retrospectivamente los estudios PET realizados en 172 pacientes de 5 a 21 años en el Hospital de Niños de Boston. Detectaron grasa parda activa en el 44% de los casos, con una tasa semejante para niñas y niños. Los niños entre 13 y 15 años tuvieron el porcentaje más alto de grasa marrón y presentaron la más alta actividad metabólica de la misma. Pero además, el índice de masa corporal (IMC) se correlacionó inversamente con la actividad de grasa parda, lo que significa que los pacientes más delgados tuvieron la mayor actividad.
Mientras que el estudio de 2009 en adultos demostró que la grasa marrón era más activa en el clima frío, en consonancia con su papel de quemar energía para generar calor, este nuevo estudio muestra que la temperatura no tiene un efecto tan importante sobre la actividad de grasa parda en los niños.
El aumento en la actividad de grasa parda de la niñez a la adolescencia y su correlación inversa con la obesidad sugieren que la misma puede tener un papel importante en el metabolismo, el balance energético y la regulación del peso, afirman los autores.
“Creemos que la posibilidad de evaluar de forma no invasiva la actividad de grasa parda en vivo mediante PET proporciona una mejor comprensión de su papel en la fisiología pediátrica, y quizás pueda aportar ideas para el tratamiento de la obesidad infantil”, dijo el primer autor del trabajo, Laura Drubach, del programa de Medicina Nuclear e Imagen Molecular del Hospital de Niños. Por su parte, Cypess dijo que el objetivo sería la búsqueda de formas no farmacológicas para aumentar la actividad de la grasa parda, tal vez mediante el establecimiento de una temperatura interior más fría en los hogares donde habitan los niños obesos. Ciertos alimentos también podrían desempeñar un papel en el aumento de los niveles de grasa parda; de lo contrario, el desarrollo de nuevos fármacos podría ser la respuesta, añadió.
“Podríamos ser capaces de combatir la obesidad y la epidemia de diabetes, si encontramos una forma segura de aumentar la actividad de la grasa parda”, dijo Cypess. Sin embargo, asegura que hay todavía muchas preguntas por responder. Por ejemplo, no se sabe aún con exactitud si la relación entre el IMC y la grasa marrón es que los niños tienen mayor proporción de ésta porque son delgados o viceversa.
El tejido adiposo marrón (BAT) o grasa parda es uno de los dos tipos de tejido adiposo (el otro es el tejido adiposo blanco) que se encuentran en los mamíferos. Es especialmente abundante en los recién nacidos y en los mamíferos que hibernan. Su función principal es la generación de calor en los animales o recién nacidos, que tienen baja capacidad de temblar para incrementar la temperatura corporal. La distribución de este tejido adiposo predomina en la parte dorsal, a lo largo de la mitad superior de la columna vertebral y en la cintura escapular, y en los recién nacidos representa alrededor del 5% del peso corporal total.
Se creía que cuando el ser humano completa su crecimiento, la mayoría de las mitocondrias (que son las responsables del color marrón) en el tejido adiposo pardo desaparece, y el tejido adopta una función similar a la de la grasa blanca. Sin embargo, investigaciones más recientes han demostrado que el tejido adiposo pardo no está relacionado histológica ni funcionalmente con el tejido adiposo blanco, en cambio sí con el músculo esquelético.
Es bien conocido que la presencia de grasa parda, debido a su elevada actividad metabólica, suele dificultar la interpretación de los estudios PET con FDG.