Dr. Fernando Vio del Rio
Profesor Titular INTA, Universidad de Chile
En obesidad, estamos en una situación crítica, que no sólo afecta la salud de la población, sino nuestro desarrollo futuro como país. Así como nuestro crecimiento económico desde fines de los 80 hasta el presente fue posible gracias a que no teníamos desnutrición, debemos cuidar de no hipotecar nuestro
futuro con una población mayoritariamente obesa, con gran número de personas enfermas debido a sus consecuencias. Para ello, debemos actuar con políticas claras, en especial formando hábitos saludables desde la primera infancia e impactando en nuestros adultos para que cambien sus hábitos actuales.
La obesidad es un problema nacional y mundial que nos afecta a todos como país. El 6 de marzo recién pasado las Naciones Unidas reconoció por primera vez que este problema era de igual o mayor gravedad que el hambre y la desnutrición, alcanzando a más de 1500 millones de personas en el mundo. En Chile, el sobrepeso y la obesidad afecta a siete de cada diez persona mayores de 15 años y a cuatro de cada diez niños, con consecuencias directas sobre nuestras principales causas de enfermedad y muerte: cardiovasculares, cánceres, diabetes, problemas osteoarticulares y de salud mental, entre otros.
1.200.000 diabéticos en el país
Según la última Encuesta Nacional de Salud 2009, existen 9.600.000 personas mayores de 15 años con sobrepeso u obesidad y 1.200.000 diabéticos. De acuerdo al aumento que han tenido en los últimos años, lo más probable es que el año 2015 lleguemos a tener 9.600.000 adultos con sobrepeso u obesidad –sin contar los niños- y 1.650.000 diabéticos.
No existirán los medios médicos suficientes
Esto significa una carga insostenible para nuestra sociedad y para el sistema público de salud, considerando que los más afectados son los pobres, donde la obesidad y la diabetes son el doble que en los sectores de mejores ingresos. Esta situación daña directamente nuestro principal recurso para seguir desarrollándonos, que son las personas, y puede llegar a ser un impedimento grave para nuestro crecimiento económico y social. Así como en la década del 70 existía la desnutrición como amenaza para nuestro desarrollo, lo que fue superado con políticas de Estado, la obesidad debe ser enfrentada como un problema país en el cual todos debemos colaborar.
No todos son comida
En el caso de la obesidad, las soluciones son más complejas que para la desnutrición. En definitiva, se trata de decisiones personales sobre hábitos muy arraigados en la población, que son como nos alimentamos y si hacemos actividad física.
En alimentación, nuestros hábitos son tomar un desayuno rápido, liviano; almorzar un plato de comida, sándwich o empanada, pero al regresar al hogar, más del 90 por ciento de los chilenos no comemos un plato de comida, sino que tomamos té u once con gran cantidad de pan y agregados muy poco saludables. De hecho, somos los segundos consumidores de pan por persona en el mundo; los terceros en bebidas gaseosas; los primeros en helados en América del Sur, y a pesar de tener una larga costa y estar entre los 15 primeros países productores y exportadores de frutas en el mundo, casi no consumimos productos vegetales ni del mar, que son tan saludables. En actividad física, nueve de cada diez chilenos no nos movemos por hábito, pero también por las largas jornadas de trabajo de diez horas diarias o más y por los traslados, que en la Región Metropolitana demoran dos a tres horas al día, para después llegar a la casa a mirar dos a tres horas de televisión.
Dr. Fernando Vio del Rio
Profesor Titular INTA, Universidad de Chile