El cerebro: la materia blanca

La materia blanca cerebral

Ella está compuesta por un denso tejido celular de neuronas, que deciden toda la actividad cerebral. Por debajo de ellas está ubicada la materia blanca, tan abundante, que constituye más de la mitad del cerebro. Mirándola en detalle, está compuesta básicamente por todo un cableado de fibras nerviosas recubiertas por una substancia blanca, llamada mielina

( Creces, 2012 )
La materia blanca cerebral

Ella está compuesta por un denso tejido celular de neuronas, que deciden toda la actividad cerebral. Por debajo de ellas está ubicada la materia blanca, tan abundante, que constituye más de la mitad del cerebro. Mirándola en detalle, está compuesta básicamente por todo un cableado de fibras nerviosas recubiertas por una substancia blanca, llamada mielina.

 A semejanza del enredo de líneas telefónicas de una ciudad, estos cables conectan las neuronas de una región cerebral a otra, lo que es fundamental, ya que el cerebro funciona como un todo.

Por mucho tiempo los investigadores habían mirado en menos la substancia blanca cerebral y consideraban que su función era solo pasiva, y que la mielina que le daba el color, era una proteína que envolvía los cables que conectaban las neuronas, actuando allí como un aislante, lo que es cierto. Según ellos, el proceso del aprendizaje, la memoria y todas las funciones cerebrales, correspondían a acciones moleculares que ocurrían sólo dentro de las neuronas, lo que también es cierto. Pero ahora comienzan a darse cuenta que aparte de ello, tenía también otras funciones.
 
Es así como nuevas experiencias han demostrado que la substancia blanca sufre modificaciones frente a factores ambientales y varía en las personas en la medida que estas adquieren diferentes experiencias o desarrollan determinadas habilidades, como por ejemplo, el aprender a tocar el piano. Es decir, que la substancia blanca experimenta cambios cuando la substancia gris desarrolla nuevas actividades, ya sean mentales o sociales, como es el caso de los perros cuando son entrenados para que adquieran nuevos trucos.
Tampoco la mielina es una sustancia homogénea, ya que al observarla al microscopio presenta algunas peculiaridades estructurales que le son características. Cuando por primera vez los histólogos comenzaron a observar las neuronas, hace más de una centuria, constataron que estas extendían largas fibras, llamadas axones, que iban conectando a las neuronas entre sí. Constataron que cada fibra o axón se iba recubriendo con una gruesa capa de un gel cristalino, lo que parecía que tenía por objeto aislar los axones, en la misma forma que los electricistas lo hacían con los alambres eléctricos de cobre. Sin embargo muchos de ellos, especialmente los axones más pequeños, quedaban al desnudo. Por otra parte, en los axones largos, el recubrimiento de mielina no es continuo. Cada ciertos espacios y muy regularmente, quedaban trechos de aproximadamente un milímetro de longitud, sin recubrir (figura 1).
 
Ellos pasaron a denominarse “Nódulos de Ranvier”, ya que fue el anatomista francés, Louis-Antoine Ranvier, quién primero los describió.
Se ha llegado a establecer que la substancia que recubre los axones (mielina), es producida y puesta sobre el axón en capas por las células gliales, que son incluso más numerosas que las neuronas. De ellas existen varios tipos. Algunas tienen una estructura semejante a un pulpo y se las ha denominado oligodendrocitos. Ellos son los que van recubriendo los axones, aislándolos, de modo que las señales eléctricas transportadas no se pueden escapar. Cuando estas llegan a un nódulo, saltan al siguiente (figura 2).
 
En los nervios, ya fuera del cerebro y la médula espinal, existe otro tipo de células gliales en forma de salchicha, llamadas células de Schwann, que son las que allí forman la mielina.
Sin la mielina, las señales se filtrarían y disiparían. Para lograr una máxima velocidad de conducción, el grosor del aislante debe ser estrictamente proporcional al diámetro de la fibra nerviosa que recubren (figura 3).
 
En verdad no se ha descubierto como los oligodendrocitos saben cuántas capas de aislante se deben colocar según sea el grosor del axón (pueden variar de 10 a 100). Sin embargo recientemente se ha descrito que las células de Schwann son capaces de detectar una proteína, que se ha llamado neuroregulín, que regularía el número de capas de mielina necesarias en cada caso. Es interesante que muchas personas que sufre de defectos de personalidad (bipolar o esquizofrenia), tiene un déficit del gene que regula la producción de esta proteína.
El proceso de recubrimiento de los axones con la mielina, se va produciendo en diferentes edades. Al nacimiento la mielina se observa sólo en pocas regiones del cerebro y desde entonces se comienza a extenderse el proceso hasta alcanzar su máximo entre los 25 a 30 años de edad. Por estudios realizados por Imágenes de Resonancia Magnética se ha comprobado que durante la adolescencia es cuando se produce la mielinización, que va sucediendo por ondas, que comienzan desde la corteza cerebral posterior y se va extendiendo hasta alcanzar la región frontal, siendo esta la última en mielinizarse. “Al observar y comparar las imágenes por IRM, se van viendo olas de cambios en el cerebro, que van moviéndose desde atrás hacia el frente, como el incendio de un bosque” (El cerebro del adolescente) (figura 4). Precisamente la región frontal, siendo la última en mielinizarse, es la responsable de los altos procesos de razonamiento, de planificación y de juicio. Por ello muchos investigadores piensan que la mielinización es la que condiciona la madurez definitiva cerebral.
 
Fuente Revista Creces. Parte 1.